domingo, 4 de septiembre de 2016

Los trabajos de Persiles y Sigismunda


      Mucho dio que hablar en su día la placa conmemorativa del monumento a Cervantes que el Ayuntamiento de Madrid inauguró el 11 de junio del 2015. ¿El motivo? Un error garrafal, todo el mundo lo comentaba, todos los periódicos se hicieron eco del desastre... Donde pone «Segismunda» debería poner «Sigismunda», pues la obra de Cervantes se titula Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Horror, horror... Si el Manco de Lepanto levantara la cabeza...


       Yo también me indigné, pero por otros motivos que os explicaré más adelante. Primero voy a compartir los resultados de una rigurosísima y sesuda investigación que... No, en realidad me llevó un minuto buscando en Google. Procedo: 

      El título original es Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional. Creo que no pasa nada por quitar la historia en la placa conmemorativa como tampoco casi nadie se refiere a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Podría discutirse.

      Con ese título ofrecen la novela algunas grandes compañías de venta online. He aquí un ejemplo que me acabo de encontrar.

      De ahí pasamos a una actualización del término setentrional, que era la forma correspondiente al castellano de la época (de finales del siglo XV a finales del XVII) conocido como español medio o español de los siglos de oro. Como me surge la duda de si habrán adaptado el texto íntegro al castellano actual o solo el título, acudo a la web de la editorial y me llevo una alegría, pues indican que «nos hemos limitado a modernizar la ortografía, de acuerdo con los usos actuales del castellano, y a racionalizar la puntuación poniéndola al servicio de la claridad y la comprensión del texto». De modo que mantienen Sigismunda, por ser nombre propio, y actualizan setentrional; nada que objetar. 

      Y llegamos al caos... Varias «Segismundas», un «Pérsiles» o un «Trabajos», sin artículo, son algunas de las perlas que nos encontramos en una búsqueda sencilla en Google. Me quedo sin palabras, ¡cosa extraña en mí!



      Vamos ahora con el texto del epitafio. Ya está claro que hay un error muy visible, «Segismunda», al cual hicieron referencia todos los titulares del 12 de junio: «Botella se despide con una errata en la tumba de Cervantes»«La errata del Ayuntamiento de Madrid en la placa de Cervantes» o «La RAE exige al Ayuntamiento que corrija una errata de la tumba de Cervantes», entre otros. La errata, una errata. Yo encontré unas cuantas más, y ese es el motivo de este artículo. Vamos a enumerarlas:

1. El nombre propio «Segismunda». Ya está claro.

2. El uso de las comillas inglesas (“ ”) en lugar de las latinas, bajas, angulares o españolas (« »). La RAE en su edición de la Ortografía de la lengua española del 2010 dice que «es preferible y recomendable emplear las comillas angulares en primer lugar, reservando los otros tipos para otras funciones». Si es preferible y recomendable, ¿por qué no hacerlo?

3. El punto final de la cita. Cuando coinciden el punto y las comillas, nos enfrentamos a un problema ortotipográfico sobre el cual se ha debatido mucho. Hay dos opciones: comillas de cierre y punto (».) o punto y comillas de cierre (.»). La Academia se decanta por la primera opción, y pone el siguiente ejemplo:

Sus palabras fueron estas: «No quiero volver a verte».

Como dice Sousa en su Ortografía y ortotipografía del español actual, sobre este ejemplo concreto, «para un ortotipógrafo, el punto detrás de las comillas está bien, puesto que no cierra solo la oración No quiero volver a verte, sino todo el periodo que empieza en Sus palabras...». Tras exponer algunas incoherencias y contradicciones de la RAE sobre este asunto, que os invito a leer en el manual que he indicado, concretamente en el epígrafe dedicado a las comillas, Sousa concluye que «cuando el texto entrecomillado o colocado entre paréntesis es independiente o autónomo (empieza y termina dentro de las comillas, los paréntesis o los corchetes), el punto va dentro de los respectivos signos de cierre». Por lo tanto, en este caso debería figurar el punto antes de las comillas de cierre (.») y no después.

4. El título de la obra. El título aparece en redonda, cuando los títulos de libros se escriben en cursiva.

5. Doble espacio entre palabras. Vale, esto es ya para nota, pero para eso existen los correctores ortotipográficos ;) 
Entre «El» y «tiempo» hay dos espacios, se aprecia claramente que esas palabras están más separadas entre sí que las demás.

6. La fecha de publicación. Si bien Cervantes murió en 1616, esta obra es una publicación póstuma de 1617. No entiendo por qué aparece el año 1616, de hecho, la propia RAE en su nota de prensa sobre el acto indica ese año. No me lo explico y, como no puedo saberlo todo pero sí me lo cuestiono todo, voy a preguntarle directamente a la RAE sobre este asunto. Por el momento, escojo la opción de 1617 por ser la fecha oficial de la primera publicación de la obra. Si alguien tiene argumentos para dar por válida la fecha de 1616, le ruego que me lo explique en los comentarios; se lo agradeceré y sin ningún problema enmendaré mi error, pues siempre hay que aprender cosas nuevas.

¿Cómo quedarían los titulares de la noticia (encontrados al azar en Google, entre otros muchos) si hubieran pasado bajo la mirada atenta de un corrector ortotipográfico?

«Botella se despide con seis erratas
en la tumba de Cervantes»


«Las seis erratas del Ayuntamiento de Madrid
en la placa de Cervantes»

«La RAE exige al Ayuntamiento que corrija una errata
de la tumba de Cervantes
(pero las otras cinco no le parecen tan mal»


      Bromas aparte, debo añadir que también hubo quien criticó que el texto apareciera centrado, porque parecía que estuviera en verso. Yo me pregunto dónde dice que las poesías deban escribirse centrando el texto... De hecho, Sousa, en su capítulo sobre tipografía estructurada, apartado de poesía, de la Ortografía y ortotipografía ya mencionada, dice textualmente que «no es adecuado centrar cada uno de los versos».

      Y como recapitulación de tanto error, aquí está el texto antes y después de pasar por mi teclado implacable y despiadado:


      
      ¡Salud!

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